SYRIZA o el
comienzo de una nueva época para Grecia
26 Enero 2015
Carlos Simón Forcade
“GRECIA VA ADELANTE, EUROPA CAMBIA, LA ESPERANZA LLEGA”.
Son los tres tópicos de los spots electorales que circularon en los
medios griegos en relación con la muy esperada victoria de los comicios
electorales del 25 de enero por la Coalición de la Izquierda Radical, conocida
por sus siglas en griego como SYRIZA. Progreso, Cambio y Esperanza, son los tópicos
que abarcan la consigna fundamental de este partido de izquierda y es también
la perspectiva que intenta articular en su programa electoral, basado en tres
principios básicos: un cambio global del modo de ver las relaciones entre los
países de la Unión Europea con las instituciones que la representan, un
programa de desarrollo nacional que se aleja de los esquemas neoliberales
aplicados sin logro alguno durante más de un lustro en la economía griega, y
una nueva visión de la sociedad donde se empiece a escuchar la voz de los
ciudadanos.
Alexis Tsipras llevaba dos años y medios, desde las elecciones de
junio de 2012 hasta el fracaso rotundo de la elección del Presidente de la
República en diciembre de 2014, marcando la cuenta atrás del período conocido
en griego como Metapolítefsi[1] (Cambio
político), para abrir una nueva etapa en el complicado escenario de la política
griega; donde se ponga fin al
bipartidismo griego, protagonizado por el partido de derecha Nueva Democracia y
el partido de centroizquierda PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico).
El gobierno de SYRIZA pretende poner fin también, según su programa, a
las graves patologías políticas y problemas estructurales que afectan el
funcionamiento de la democracia y la vida pública en una sociedad en la cual
durante casi 60 años gobernaron básicamente dos o tres familias vinculados con
los intereses de la clase dominante dentro del país y con los intereses
extranjeros que les protegían. El gobierno de SYRIZA pretende reconstruir un
Estado social de Derecho en el cual todo lo que fue quitado a las grandes
mayorías, por la Troika y las medidas draconianas de austeridad aplicadas por
el gobierno de Nueva Democracia, sea recuperado y redistribuido sobre
principios de justicia social y alivio económico a las mayorías afectadas.
En general, el propósito de la Coalición de Tsipras, según el programa
político presentado en Salónica el 19 de septiembre del pasado año, es detener
la catástrofe humanitaria que han provocado las medidas de la Troika y las
políticas de los partidos dominantes. Para
tener una idea de qué es lo que pretende SYRIZA hacer con su llegada al
poder y como se explica que desde un 4% histórico hasta el 2012 ha llegado a un
36% hay que tener en cuenta el programa político de esta coalición y la
gravedad de la situación en la que se ha visto envuelta toda la sociedad griega
en los cinco años de crisis económica. En otro artículo más adelante me
referiré a estos parámetros.
Hoy toma posesión del gobierno de Grecia, por primera vez después de
cuarenta años de Metapolítefsi, un
partido de izquierda. Pero lo hará en colaboración con el movimiento de
centro-derecha Griegos Independientes (AN.EL.), liderado por un exparlamentario
del partido Nueva Democracia, Panos Kamenos, una vez que SYRIZA no logró la
deseada mayoría absoluta en los escaños parlamentarios para formar un gobierno
sin colaboración.
El partido de los Griegos Independientes es el único después de SYRIZA
que ha mantenido estable su posición anti-Troika, y ha marcado innumerables
veces su oposición a las políticas de austeridad aplicadas por el Gobierno. Por
otra parte, teniendo como partido de oposición a Nuevo Democracia y como tercer
partido al movimiento fascista Amanecer Dorado, las negociaciones de SYRIZA con
los otros partidos que entraron en el Parlamento, han sido rápidas, concisas y
claras, de manera que la configuración del gobierno no permitiese la embestida
de un partido nazi en el poder.
Sin embargo, más allá de las celebraciones en Grecia y en todo el
mundo por el triunfo de SYRIZA, hay muchas dudas que deben despejarse en los
próximos días, y en los próximos meses…
1.
Lo primero por supuesto, es que se va hacer con la
deuda griega, la cual de un 129% del PIB (en números absolutos significa 298
billones de euros) en 2009 hoy se remonta a un 175% del PIB (320 billones de
euros). Esto significa en pocas palabras que la deuda no es sostenible, y que
los dos Memorandums de la Troika (los
denominados Mnimonio) no funcionaron en absoluto para solventar siquiera el
problema de la deuda pública del país. Más bien agravaron la situación de la
economía griega, destruyendo la red
empresarial de las pequeñas y medianas empresas del país, dejando sin empleo a
casi dos millones y medio de ciudadanos, y aniquilando los beneficios del Estado
social en materia de educación, salud y seguridad social.
Este fracaso
de la Troika y del gobierno de Antonis Samarás no es para nada casual, así como
tampoco el hecho de que la economía griega se encuentre en un callejón sin
salida. La campaña merkelista de aplicación de medidas draconianas de
austeridad, juntamente con una campaña mediática de difamación anti-helénica y
el programa alemán de “colaboración” con las administraciones locales al
interior de la nación griega, tienen enorme responsabilidad en cómo fue
manejada la situación de salida de la crisis en Grecia.
2. Lo
segundo, es cómo va a aplicar las políticas de bienestar social, de
recuperación de la economía, y salida de la catástrofe griega, cuando tales
políticas exige una enorme capacidad de finanzas claras con las que una economía
como la griega tal como fue dejada por el gobierno anterior no lo permite. Todo
depende, en gran medida al menos, de las negociaciones que se realicen en el
marco de la Eurozona, el FMI y la UE.
3.
El tercer punto, de igual importancia, es que si
finalmente el gobierno de SYRIZA cuenta con la participación de Panos Kamenos,
significa que el programa original tendrá que cambiar en el camino: hacia dónde
cambiará eso es lo que problematizará a la sociedad griega y su sistema
político en los próximos meses.
El programa de los Griegos Independientes es liberal, anti-Troika,
pero también se centra en temas neurálgicos para la sociedad griega como la
Inmigración, la Seguridad Nacional, la cuestión chipriota, entre otros. El
programa de SYRIZA, por el contrario, es de signo socialdemócrata, lo cual
supone en principio que toda celebración del socialismo, toda ilusión de “izquierda
radical” como exactamente se hace nombrar esta coalición, son parte del
mecanismo populista que prima en la izquierda emergente del Sur Europeo. Su
programa de salvación nacional fue redactado en colaboración con el partido
español de Izquierda Unida, y para un número inmenso de electores griegos puede
ser un signo de esperanza, pero también la lectura realista desde la izquierda
y la derecha afirma que es irrealizable este programa.
Lo cierto es que los electores griegos en su inmensa mayoría, dada la
cultura política adquirida en los últimos 40 años, han aprendido una manera
peculiar de decidir quién los representará en el gobierno, habitualmente desde
una actitud pasiva, negativa y reactiva. De esta manera muchos han elegido 1) a
los ¨socialistas radicales¨ de SYRIZA o a los nazis de Amanecer Dorado para
castigar las actitudes de sumisión europea de los Partidos Nueva Democracia y
PASOK; 2) o han elegido el recién formado partido Potami del periodista Stavros
Theodorakis, para evitar el ascenso de Amanecer Dorado; 3) o han votado por
Nueva Democracia para que el país no tenga que hundirse en el “infierno
comunista” que anuncia SYRIZA; 4) o finalmente han votado por SYRIZA para que
no vuelva a salir Nueva Democracia con el PASOK. En esta dinámica reactiva, el
nivel de inseguridad que tiene que manejar el nuevo poder es inmenso y, no creo
que este partido que se estrena en el poder tenga la suficiente madurez para
asumir los riesgos que implica este cúmulo de incertidumbres que se expresa en
el electorado.
Esta mentalidad política reactiva y negativa de la ciudadanía griega,
que es fruto de la decepción sistemática y del profundo carácter inorgánico del
Estado griego moderno, juntamente con las inmensas contradicciones que entraña
el sistema político actual son dos desafíos con los cuales tendrá que liar
constantemente el nuevo Gobierno.
El Gobierno de Alexis Tsipras tendrá que enfrentarse a grandes retos
con respecto a cómo enfrentarse a las instituciones centrales -si finalmente
decide hacerlo- y a cómo recuperar la economía griega. El mayor reto es la
propia sociedad griega. La sociedad griega, con la fuerza de los movimientos
democráticos emergentes, de ciudadanos que han dejado de sentirse culpables y
se han levantado del sofá; con una ciudadanía cada vez más informada, podrá
marcar el pulso de qué es lo que quiere para su país.
[1] Este período inició en el año
1974 con el derrocamiento de la llamada Dictadura de los Generales (Junta) y
encontró su declive con la crisis económica que atraviesa la sociedad hace más
de cinco años.
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