SOBRE LA NUEVA IZQUIERDA EN CUBA
La nueva
izquierda cubana ha devenido un término utilizado frecuentemente en Cuba y
fuera de Cuba para nombrar o referirse, más que a una tendencia ideológica o un
movimiento político en particular, a un horizonte de expectativas que al menos
haya cerrado cuentas claras con el pasado cincuentenario de la llamada
Revolución Cubana y sus viejas izquierdas,
tenga una visión esperanzadora, crítica y realista sobre el presente de la
sociedad cubana, y tenga en sus manos –o al menos en mente- un proyecto de país
sostenible y alternativo para el futuro inmediato.
En este sentido, me parece que es mucho más difícil
de lo que parece hablar de una nueva izquierda realmente existente en Cuba.
Creo que es inadecuado por completo si lo que se quisiera acentuar es la
juventud de su membresía real o virtual, o la focalización exclusiva de la
nueva izquierda en un movimiento concreto como, por ejemplo, el Observatorio
Crítico. De lo contrario, lo más lógico o correcto, si realmente tal
identificación fuese válida, sería enviarle un mensaje electrónico a sus
coordinadores diciéndoles que por favor cambien el nombre que ustedes son la
Nueva Izquierda Cubana. Por demás, creo que hay algún grupo que ya se llama
así.
Me parece aun sospechoso y sumamente problemático
este término, si lo que se quiere decir con nueva
izquierda tiene alguna conexión ideológica o simplemente cronólogica con la
“restauración” de la izquierda latinoamericana vía Hugo Chávez, Daniel Ortega y
compañía. En última instancia, aunque no pretendo analizar esta problemática
aquí, no creo que sea siquiera pensable trasplantar tales experiencias en suelo
cubano.
Y es realmente difícil hablar de un movimiento de la
nueva izquierda en Cuba si acentuamos en el horizonte de expectativas y no en
contenido empírico real de un término, porque entonces estaremos hablando de
algo que realmente se quiere, pero que verdaderamente no existe.
Esta es justamente la cuestión que discute Marie
Laurie Geofrayy en un artículo republicado en el Blog del Observatorio Crítico.
A la pregunta por la existencia de una nueva izquierda en Cuba, ella pasa por
observarla y determinarla desde “diferencias estructuradoras” con los actores
políticos de la oposición liberal y concluye con tal proposición: La “nueva izquierda” constituye por tanto más bien una nebulosa cuya
ambición es ante todo experimentar, es decir, practicar nuevas formas de
sociabilidad, de ciudadanía y de acción social, artística y política a nivel
local, más que constituirse en una corriente política sólidamente estructurada.
Confieso que esta definición
tan concluyente sobre la nueva izquierda cubana me parece tan inexacta como el
término mismo con el cual la define. Nebulosa es la metonimia más vaga después
de “globo” y “bola” que podríamos encontrar en el habla política de la
cotidianidad cubana para nombrar algo que sucede, algo que existe. Y no por
casualidad la realidad que queda para la ensayista en cuestión y con la cual
puede verificar si existe o no “tal NIC” se ubica casi exclusivamente en el
horizonte de expectativas.
Si existe una nueva
izquierda cubana, como también podríamos hablar de una nueva derecha liberal,
no debería definirse tanto esta por su horizonte de expectativas sino por su
contenido empírico. O más bien en su capacidad de combinación del contenido
real del movimiento con su proyecto, es decir: si existe alguna nueva izquierda
en Cuba ésta tiene que ser “visible” y contable en ciudadanos, organizaciones,
grupos, redes, instituciones o partidos, y con algún programa político del cual se desprendiese sin muchas entrelíneas:
1.
sus posicionamientos
epistemológicos como movimiento ideológico y fuerza política en la Cuba del siglo XXI,
2.
su posicionamiento crítico y estratégico frente al
bloque histórico de la RC,
3.
su posicionamiento estratégico
frente a los diversos actores políticos
de la derecha conservadora o liberal, y desde luego con los actores de
la izquierda que no entrarían en el marco de la nueva izquierda,
4.
Una visión política (al menos una) en cuanto
proyecto de país para el futuro mas inmediato, pero también para el futuro
mediato.
Cuando hablo de
posicionamientos epistemológicos no me refiero solamente a episteme en sentido fuerte y helénico, sino en la capacidad de
haber superado, de haber sabido superar en la vida real las inmensas
contradicciones de los socialismos históricos y reales, pero sobre todo los
llevados a cabo en el mismo patio.
De haber efectuado una “operación
epistemológica” (es decir, de saber en cuanto a las condiciones del saber mismo
pero también del saber cómo), que haya solucionado epistemológicamente el callejón sin salida de una Revolución Cubana
que se quedó entrampada entre dilemas como nacionalismo-antimperialismo,
propiedad privada-propiedad estatal, democracia popular socialista-democracia
liberal occidental, y otros más sin poder solucionar exitosamente ninguna de ellos.
Justamente porque se planteó erróneamente y, sobre la base de tales falsos
dilemas construyó toda su ideología y su proyecto de sociedad.
De haber efectuado una operación epistemológica capaz de
superar – y de paso también disolver exitosamente los fantasmas y espectros que
todavía emanan de- la crisis del bipolarismo de la Guerra Fría con algo más que
nacionalismo del tipo 100% cubanos o Todos somos cubanos, que fue la receta
ideológica de calce que le sirvió al Partido Comunista Cubano para sobrevivir al
derrumbe de la URSS.
De haber efectuado una
transición epistemológica más allá de los artilugios y reconversiones –en buena
medida auténticas- en el campo artístico-cultural cubano desde el horizonte de una
modernidad eurocéntrica a una postmodernidad pluricéntrica.
En otras palabras, ser capaz de situarse a la altura
de las demandas, las aspiraciones, las expectativas de las inmensas mayorías
afectadas, en el proceso posrevolucionario. Al mismo tiempo, ser capaz de
situarse geopolítica, ideológica y políticamente en una situación de posible
diálogo con la comunidad internacional. En pocas palabras, la nueva izquierda
cubana independiente, o mejor dicho, conjuntamente con su intención profesa de
practicar sociabilidades anticapitalistas, comunitarismo a nivel local para
fortalecimiento de los lazos sociales y desarrollo de modelos más solidarios de
convivencia social, no puede obliterar la dimensión del espacio-nación y su
inserción en la sociedad global de una manera orgánica y sostenible.